PENSAMIENTOS DE UN NUEVO AMANECER
SOBRE EL TEMOR
A
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lguna vez nos hemos parado a reflexionar seriamente
sobre el miedo, sobre lo que produce en
nuestras vidas,
sobre el destino a que nos condiciona.
Al ser humano le paraliza, le estanca,
ofreciéndole
una falsa seguridad sobre sí mismo.
Se autoengaña él sólo y lo único que hace es
fortalecer
su ego.
El miedo no tiene una existencia por sí
mismo,
ni tiene forma, ni pensamientos;
el miedo es un producto de nuestra mente
condicionada,
es de creación propia, nosotros somos los que
le damos vida
y los que lo usamos según nos convenga.
Es una huella que nos queda muy marcada en el
subconsciente
y que llega a un punto en el cual nos impide
ser dueños
de la propia vida que le hemos dado.
Hasta cierto punto, él es quien nos controla
y obra
a su libre albedrío.
Nos hace aferrarnos a lo que creemos que es
seguro;
nos estabiliza y atrofia el pensamiento y por
tanto la inteligencia.
Nos impide crecer como seres humanos y
ver por nuestros propios ojos.
El miedo es una emoción, y como casi todas
las emociones,
son conductas aprendidas.
Cuando surge hay que estar muy pendiente de
él,
estar en él, examinarlo, percibir lo que
realmente significa;
y cuando nuestra enseñanza recibida sea la
adecuada
es el momento para deshacernos de su
existencia.
No estoy diciendo luchar contra él
sino simplemente dejarlo ir igual que vino.
No permitáis que os engañe, es una terrible
arma que nos
mantiene atados de pies y manos.
No confundamos los términos y examinemos a
fondo los pensamientos,
la respuesta la hallaremos en nuestro corazón
:
en tener confianza plena en nosotros mismos
y en conocernos interiormente con
detenimiento.
La valentía y el arrojo dignifican nuestra
conducta,
abren
nuestro corazón y la ventana de la vida,
de la cuál, cada uno es su propio creador.
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